Publicado el 28-09-2024 por TestUlm
A primera impresión, planificar y volar de un lugar a otro parece bastante fácil: solo necesitas localizar ambos puntos en el mapa, calcular el rumbo entre ellos y despegar.
Sin embargo, en la práctica, la situación se complica por un factor constante en la aviación: el viento.
Un avión se desplaza a través del aire, y frecuentemente se encontrará con vientos que soplan a lo largo de la trayectoria establecida, generando vientos cruzados.
Imaginemos un avión que mantiene una velocidad de 110 km/h (59.4 nudos) en una ruta planificada con un rumbo de 090º entre dos ubicaciones separadas por 150 km (81 millas). Si se presenta un viento de 12 km/h (6.48 nudos) proveniente de 360º (perpendicular a la ruta), y no se realiza ningún ajuste, el avión se desviará varios kilómetros del punto de destino.
Para evitar este desvío, es necesario ajustar el rumbo hacia el viento para compensar lo que se conoce como “deriva”.
La forma precisa de calcular la desviación causada por el viento es utilizando el “triángulo de velocidades” o “triángulo del viento”.
Para ello, es útil realizar un dibujo a escala:
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